miércoles, 2 de octubre de 2013

Minimizar al Rolfi

En esto de acostumbrarse al espíritu resultadista, también se pierde de vista la voluntad del buen juego y ciertas frases que, más que hablar del Nacional B, expresan un sentido de la vida. Y no exagero. La última semana resonó y con mucha fuerza lo expresado y concretado por Daniel Gastón Montenegro.
El único sobreviviente del mimado y nuevo embargador Tolo Gallego, se quedó para transitar la divisional, palos nuestros incluidos. A cuatro días de sus dos golazos, hoy demorados a un segundo plano, por hinchas y periodistas partidarios, sería bueno abordar, antes que nada aquella frase principista que enmarca a enemigos y rivales de la vida. "No está bueno desear lo malo que en algún momento te vuelve", aseguró pensando en veredas de enfrente, pero también separando lo que jode, de lo que nos hace crecer. Efectivamente,  hoy Racing transita un momento increíble, piensa en exorcistas al mejor estilo nuestro post Godoy Cruz (aquel palo maldito que castigó a Caicedo en esa noche premonitoria) y Huracán, que se cansó de silbar a su ex figura, echó al tipo que abandonó $$ y consagración para sacarlos del pozo.
Antes de renovación de presidente-salvador y de expulsión-barrabravista en el globo, el Rolfi lo había hecho.
Rivalidad al margen, los dos golazos en Córdoba y la enseñanza de "ningún jugador solo salva al equipo", -contradiciendo a los relatores de Futbol para Todos, que desechan cualquier mérito de Independiente y siempre lo dejan a voluntades esporádicas, poniendo todo el esfuerzo de los muchachos al azar (consolidando esa vocación mágica, por encima de un cambio profundo)-, los dos golazos del Rolfi, decía, y su invitación al festejo colectivo, deben servirnos para aprender. No porque aquí ahora digamos que el tipo es un genio, el nuevo Bocha y otras exageraciones. Si no porque quienes se quedaron en este baile, aún con sus notorios problemas defensivos, intentan convencernos de que aún en la B, se puede aprender a jugar mejor. Ahí está el Rolfi, pero también Pisano, las ganas de Vallés, por llevar mejor la pelota, el Fede Mancuello, corriendo y poniendo, Zapata alternando pero buscando Razzotti aprendiendo a ser cinco en un equipo de tapones notables, los paraguas convenciéndose y Facundo metedor como en lo que parece nuestra prehistoria de alegrías.
Pero también está De Felippe, explicándonos en Olé, que el Barza gana con la pelota al pie, que se defiende de la mejor manera, sacándosela al rival. Por eso no me engancho con lo obvio de "se perdieron dos puntos". Mejor, decir que se metieron dos golazos y que el juego colectivo, con presiones externas, lugares remanidos de detractores, embrujos promovidos, a la larga, supera cualquier adversidad. Permítanme, creerlo y desconfiar de aquellos que ningunean lo hecho por el Rolfi.

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