lunes, 15 de diciembre de 2014

El pasto del vecino siempre se ve más verde

Me dice un amigo hincha de River y de Racing (sí, así como se lee) "A ver ché qué decís en Hidalguía roja, en el año que vuelven, tu rival sale campeón". ¿Y qué decir? Sí, ya sé, argumentos tenemos de sobra: que fueron cola durante nuestra ausencia, que la proveeduría Máximo K se portó como nunca, con 19 incorporaciones, que ganamos el clásico, que les llevamos 23 partidos, que River les jugó con suplentes, blablabla.
Y la verdad es que ayer se los vio más que temerosos, ni Ceballos haciéndole el campeonato de tobogán inclinándole toda la cancha, ni Godoy Cruz, cumpliendo el mandato de nuestro amigo en común Bragarnik, sin generar prácticamente jugadas de riesgo, sirvieron para que recién en el minuto 40 del ST se soltaran y empezaran a cantar...
Sin embargo, lejos de ser necios, nuestra obligación de hinchas rojos, es aprender de los errores y las derrotas. Errores que pagamos caros por soberbios, por eternos cancheros, por vivir de glorias pasadas. Es cierto que sobre rivalidades y golpes bajos estamos cabeza a cabeza. Los banderazos contra Cocca y Saja, dan cuenta de ello. Pero a veces saber callar, es un mérito y nosotros, como diablos heridos, contamos con mucho blableta engreído, dentro y fuera del club.
Y si en algo estamos en deuda es en no haber aprendido de los Militos, ellos, sostuvieron a su estandarte, nosotros lo dejamos ir. Por ahí, Moyano dijo que el Gabi no le llegaba ni por asomo a los tobillos de Trossero o Villaverde, mucho menos al del Chivo Pavoni. Pero el sacrificio, la humildad, su enseñanza, abrió un camino de esperanza. Camino que quedó trunco con su partida y que no se encarrila con solo gritar los goles del Kun en el City.
Felicitaciones a los vecinos, esos que hace un año y medio, haciendo abuso de autoridad (igual que ayer con FPT, hay que decirlo) se jactaban del partido de Quilmes, apagaban el estadio para mofarse de nosotros. Hoy parece que hacen mejor los deberes y tras sufrir la canchereada, comprendieron el juego. Y como se trata de juego, reconozco que fueron mejores. Pacientes, cautos, confiados, sacrificados. Hasta Centurión se calzó el overol, resignando gambeta prepotente por marca. Sí, ya sé, el paladar negro no permite estas cosas. Pero a nuestro paladar se le envejecieron las papilas degustativas y, el Bocha que eludió a 8 jugadores contra Peñarol en Uruguay, no existe más.
Felicito a los Capusottos que no entienden eso de bajar los brazos, a los soñadores amigos del barrio que se bancaron estoicos por décadas nuestras cargadas, pero siempre rescatando a jugadores de buen pie, tenga la camiseta que tengan. Felicito al campeón de 2014, en un torneo que estuvo bueno y que nos ilusionó después de retornar del verdadero y literal infierno.
Ojalá como vecinos, aprendamos a defender los clásicos desde otro lugar. Ojalá Avellaneda esté de fiesta por ser más que el lugar de paso a la CABA y recupere el espíritu de laburantes que soñaban con un barrio mejor para un país mejor.
Ahora, con los "favorecidos" (no voy a dejar de quejarme de los beneficios extras de algunos flamantes acomodados en la AFA) tendrán la chance de jugar todos juntos la Libertadores. Y eso, como hincha del Rojo duele también. Nosotros deberemos conformarnos con participar de la hasta hace poco devaluada Sudamericana, Fox castigadores mediantes (descubrieron el negocio recién este año). Pero tranqui muchachos, sólo uno la gana, para el resto, quedar en el camino será mierda.
Ya está, Hidalguia saluda al vecino y lo invita a un partidito, ojo que si nos ganan, a lo mejor nos toca a nosotros ganar el campeonato. Palabra de Cocca, no?


miércoles, 10 de diciembre de 2014

El escudo ante todo ¿lo qué?

Mientras los partidarios obsecuentes hacen filas con la ilusión de renovar la pauta moyanista para el 2015, los periodistas olfas se pelean por dar la primera lista de limpiables de Independiente. Por supuesto Tula lidera la lista, con lesiones y yerros varios. Claro que en verdad, los que partirán, contradice al discurso noble y gremial de un líder sindical que tiene más de rey que de dirigente colectivo: tipos que bancan al plantel, que intentan dejar alguna enseñanza y que, aún en la senda final buscan reivindicar el camino recorrido, Pocho, Rolfi, el mismo Penco, orgulloso de los colores, Vidal, ¿Bellocq? ¿Pisano? ¿Ruso?
Como sea, que la memoria los borre cuanto antes, pensará esta "lúcida" y personalista comisión.
Paradójicamente, quien lidera al "nuevo" Independiente, lo hace desde el gremio (donde se firmaron renovaciones varias y se cocina la futura torta), como un cacique.
No porque la cultura indigenista sea errónea en si misma; bueno, para salir de metáforas evidentes, mejor pensarlo como un Hoffa, mandamás que busca el bien común, bah, otro don Julio, hábil en las batallas callejeras, pero más de cabotaje.
Ahora cocinan todo borrando nuestros nombres propios, para transformarlos en metas incalculables, creen que el prestigio se compra. Que la hidalguía es darles una pensión a la viejas glorias rojas, borrar lo logrado hace unos meses como sea y a lavar, a lavar mi vida.
Así Almirón suma sus conocidos de Godoy, espera llegar al número 18 (más o menos los jugadores que contrató su rival Cocca) para dejar contento al otro jefe en las sombras.
¿Y el Rojo? Bien gracias.
Escucho audiciones que se hicieron puristas con Milito y cantaron eso del Escudo ante todo, para mejorar su imagen. Mentir para durar.
El padre del Kun no ve la hora de que la siembra de nuestro último ídolo exquisito, salpique a los pibitos que le siguen, aquí o donde sea.
Por eso cuando hablan del escudo, uno no puede dejar de pensar en ¿lo qué?
Seguramente, cambiarán Libertadores de América por Ricardo Bochini, con justicia y de paso, nos cuidamos el culo.
A ver si los bosteros, hábiles en esto de hacer negocio, nos igualan y el nombre del Estadio, que emulaba un propósito más grande, queda castigado por estas tres (nuestras) décadas infames, futbolística y administrativamente hablando.
Encima se mueren por sacarse de encima a Federico Mancuello. El único que con sacrificio trabaja para ser referente y dejar algo.



Acaso la nobleza no sea más que una fallida metáfora de tipos que soñaron con un club grande en serio.
Como papeles en el viento.

lunes, 8 de diciembre de 2014

Demonizándonos


Pero entonces, ¿cómo recuperar la mística en estos tiempos? La verdad, amigo, no me queda claro. De a ratos uno siente que todosloscuadrosdemás se mofan y hacen leña con nosotros, las últimas designaciones en la AFA son un ejemplo: Tinelli, Lammers (Comunicación y tesorería), Boca y River (vicepresidencia I y II), Victor Blanco (presidente del colegio de árbitros), ¡¡qué mejor premio para nuestros siempre llorones vecinos!! y encumbrados campeones, propina de la década ganada (Máximo, Bossio y Cia) ¿y nosotros? NADA.

A no llorar, que es cosa de cobardes, de ventajeros. Sí, en cambio, a revisar lo que estamos haciendo mal. Demonizándonos con la falta de sentido común interno: dejando ir a Milito, pensando que renovar a la gente de la cantera, es el mejor negocio para venderlos cuanto antes (¡cómo duele que todos los que nos odian, estén relamiéndose con una posible venta del Fede! y que la CD, trabaje en eso)
Más que demonizarse, huelga decirlo, lo del sábado fue terrible y tiene que servir para hacer del juego un mejor espejo. Infantil en sus resoluciones, el "ambicioso" Almirón, de a ratos parece un chico, con esto de ser previsibles en la salida, e ingenuos en el ataque. El tipo parece buena persona, condicionada por convertirse en la espalda de la antipática y difícil función de sostener a un dirigente como el camionero, pero peca de soberbio cuando alude a su experiencia como jugador, como quien no permite que sus dirigidos suelten sus alas.
Qué no jodan con incorporaciones, que miren para adentro. Que miremos para adentro.
 

El pecado de volvernos impredecibles

La vida, o mejor dicho, el Rojo, tiene esas cosas. Desde hace treinta años exactamente, nos volvimos impredecibles. Acaso por eso, después de escribir un post abriendo una puerta para nuevos hinchas de Independiente, uno se encuentra, si no al borde del precipicio, transitando el medio de la nada.
Y no hay que exagerar, cuando hoy a la tarde, los máximos exponentes que la memoria de los diablos (y la vejez) jueguen su partido de autohomenaje (con el Bocha, Percudani, Trossero, a la cabeza más el resto que supimos y sabemos recitar de memoria), al hincha se le cruzarán los años de la democracia, la gesta heroica contra los ingleses (sí fuimos primeros, antes que el Diego) y un sabor amargo, que va más allá de nuestra fama y paladar negro.
Porque lo que vino después poco tiene que ver con estas efemérides constantes que colegas saben rescatar y conseguir entre noviembres y eneros. Sí, ya sabemos que el equipo de Brindisi nos deleitó, después de quejarnos de aquel de Solari. Que el 2002, nos devolvió por un ratito la confianza, para simular una sequía de intermitencia y mediocridad futbolera. Que lo del Turco y la Sudamericana fue una quimera, pero no menos loable que el último mediocre campeón de la libertadores que se jacta del marketing antes que del juego.