miércoles, 30 de octubre de 2013

Bambino Pons, Córdoba y esa costumbre de putear

Si la templaza se distingue como una característica del hincha rojo en estos próximos cinco años, sin dudas llegaremos a construir una nueva forma de la grandeza. En este sentido, cada fecha se vuelve una nueva carrera de 1500 metros con obstáculos, donde a cada valla le corresponde el conteo interno hasta diez. Sucede en la previa, con decenas de simpatizantes devenidos en periodistas partidarios que, además de reclamar la partida de Cantero, se vuelven caprichosamente técnicos expertos castigando en exceso a los once, con una vaga generalización sobre la falta de talento.
Este cantito, muchachos, ya fue, tratemos de ser creativos en el reclamo y dejémonos de joder buscando a Messi en un plantel que intenta ganar confianza.
Ya antes de la transmisión, los que DEBEN ocuparse del tema Independiente (lo abordan como la vieja redacción "composición, tema LA VACA", despojados de interés y voluntad) buscando las historias de vida de sus rivales, estadios y DTs, realzando cierto amateurismo en el torneo, sólo para RATIFICARNOS el castigo de haber caído en esta categoría. Todo, por supuesto, con la salvedad de que el recorrido del rojo no es el mismo que el de River. ¿Alguien recuerda cómo fueron los equipos descendidos de San Lorenzo, Estudiantes y Racing? Difícil, demasiado archivo para el Blade Runner futbolero que sólo mira hacia Brasil 2014. Ojo, así miramos EEUU 94, Francia 98, Japón 2002, Alemania 2006, Sudáfrica 2010, lo que equivale a decir, la apuesta es "a todo o nada", sin medir cuántas frustraciones quedaron en el camino.
No vamos a negar que está bueno oír a un tipo que dice que dejó Francia porque se separó de su mujer y retornó al terruño, Sportivo Belgrano, por ejemplo, para zafar del bajón. Algo así como resignó riqueza por contención familiar. El relato del 10 gordito, garpa más que las amenazas de Bebote, sobretodo si, por una de esas putas suertes o descuidos vía Pompei, lo emboca a los amargos (o sea a nosotros)
Después de esto, con el plano previsto a Cantero (debe ser lo primero que busca la televisión pública al llegar al estadio, antes que el arco rival), ahí tenemos a Bambino Pons y su Robin, para destruirnos cada vez con más sorna que sutileza. Condición sinequanon de algún racinguista para todos, si es que quiere conservar su puesto hasta finalizar el torneo del nacional B de esta edición. Y el tipo cumple, palo, palo y palo.
¿y el juego? Poco, podemos decir, aunque todo pingpong que involucre al Rojo será recortado si son ataques propios, se repetirán hasta el hartazgo las jugadas que "nos beneficien". "Estaba habilitado", será la frase más escuchada para un plantel que tira el offside siempre y al que hay que cascotear en cada avance rival. Sin embargo, los 7 u 8 toques, previo al gol la habilitación perfecta de Pisano al Rolfi, en este partido, el buen zapatazo de Miranda que da en el travesaño, no representa nada. O poco, como un mejor trabajo desde lo físico de la defensa (que a la larga marcará la diferencia, respecto del juego amateur de los otros, acuérdense), ni la calma de un técnico duro, inteligente, contenedor y, a esta altura, con más espalda de todos los que desfilaron en los últimos 10 años (Borghi y Tolo incluidos y me banco lo que digo)
Pero bueno ahí están listos los que de local putearán, para quedar bien con los programas deportivos, desesperados por hablar como sea del rojo, aunque lo destruyan. Los movileros, no medirán críticas (a diferencia de los obedientes pupilos de River, Boca o del Cuervo, que siempre piensan en sus dirigentes como primer receptor, cuidándose de no dañar ni a ídolos ni a "códigos internos") y los hinchas veletas añorarán la recuperación del apellido Grondona "para volver como sea". 
Me cago en el "como sea". Prefiero la voluntad zen para cambiar la historia y sostener el orgullo de once tipos que celebran un gol, sin coreografías, como hombres, como una cuadrilla, como marineros conscientes del cambio de viento, de sus limitaciones, pero también


de su fortaleza. 

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