lunes, 9 de junio de 2014

Todos los morbos demás....

Chistes sobre perros, fantasmas, camioneros. Mufas inventados o redescubiertos, penales y fallos omitidos. Discusiones acerca de merecimientos. En esta, no nos podemos quejar, nunca más oportuno aquello de "todos los cuadros demás".
Claro que los hinchas de Independiente estamos obligados a sumar enemigos extemporáneos que van sumándose, poniendo sobre nuestras espaldas la sinrazón de cierto resentimiento.
La paternidad de don Julio (que en su gestión duplicó los títulos de Boca y River, por los obtenidos en nuestra historia, antes de su presencia).
El odio oficial-racinguista, con toda la plana mayor K, haciéndole la venia a Máximo en nombre de Néstor, alcahueteadas de FPT, dan su aval.
La obesión por hacer caja de los canales Fox y TyC mediante, sumando exponentes de otros clubes en ESPN, cuya bajada de línea en contra del Rojo, se nota desde la indiferencia o la obstinación por emparentarnos siempre con la noticia policial.
El morbo riverplatense, tal vez por esto de no quedar solo en su descenso y necesitar ver que otro grande puede sufrir o estar más abajo de ellos.
El de los bosteros, porque aún los lastima, no saber cómo calzarse el falso mote de rey de copas. Un solo segundo de ingenio, hubiese alcanzado para inventarse otro, incluso más creativo, pero la bronca y las limitaciones no se lo permitieron.
Así, hasta el infinito.
Desde aquí, nos cagamos en los afiches de Moyano, del fanatismo de Noray, de la picardía de los que más nos averguenzan.
Como sea, el morbo continuará. Pero, nuestra hidalguía, aún en el dolor, no se mancha.
 

viernes, 6 de junio de 2014

Subir: Que sea una apuesta de calidad y no un salto al vacío

Ahora, dejemos a los muchachos concentrados, que ellos se enfoquen en el domingo y reflexionemos nosotros. Todos, los que hicieron largas colas, los que pusieron la guita, los que nos sacudieron con el bono, los que ya arman sus serruchos.
Por un rato, dejemos de hacernos los superados que sacan y ponen jugadores, técnicos, dirigentes, proyectos y veamos en serio lo que nos tocó recorrer. Ahora, hay quienes dicen que el mandamás ya pensó en Burruchaga, otros quieren apurar al Gaby Milito, la mayoría se jacta pensando en echar a todo el plantel y no faltan partidarios que miran a otro lado cuando se dice la palabra barra y quieren pasar la escoba con los empleados del Club.
A todos ellos, digámosle que para que el Rojo sea grande en serio, debe asumir lo vivido...y lo sufrido. Y esto no se resume a la palabra Cantero, si no a tanto tiempo de hipocresía, de esperar un guiño de quien a partir de ahora, podría convertirse en nuestro innombrable (sí, el señor del anillo, comprador de voluntades) y valoremos a los que se bancaron la parada difícil.
Ojalá que la cuestión electoral no sea una campaña de roscas, que no haya espejitos de colores como ofertas, que vayan en cana los que nos dejaron una deuda inmensa, o si quieren volver que se hagan cargo y la paguen.
Ojalá que el plantel siga unido, que no nos mareen con nombres imposibles para incorporar. Que el selectivo sea un verdadero semillero y que Milito y don Omar, armen un tandem infranqueable.
Que los que queden ratifiquen por qué aman a Independiente y que los líderes históricos se sientan partícipes también de esta hazaña y se sumen a las filas para ser consultados en serio.
Ojalá que aquello de ser enormes se ratifique, no sólo con la paciencia del hincha, la tolerancia, si no con la recuperación del paladar negro, que no es putear a todo el mundo si no trabajar para que el fútbol que nos caracterice vuelva a ser esa mágica combinación de calidad y potrero.
Salud Rojo, salud que no es solo un brindis, si no algo que tantos después de tanto, nos merecemos.

lunes, 2 de junio de 2014

Guapeza silenciosa

Arrancar por el final, don Omar (De Felippe) mira al campo con ojos húmedos. Se ignora si son los fuegos artificiales que la gente de Instituto prendió después del uno a uno, nuestro empate. Pero quién es capaz de dudar que el tipo que de mirada adusta y de perfil serio, parece conmovido.
En verdad, faltan dos minutos para que termine todo y ya Penco dejó su huella. Faltan dos, pero ya van más de 40 en los que el Rojo desarrolló acaso el mejor segundo tiempo del campeonato.
Hubo toque, guapeza de pibes y adultos.
Ya Tula se sacó la máscara porque, a pesar de mantenerlo por prescripción médica. El juego, sintió, demandaba otra cosa.
Ya Bellocq dio muestras suficientes de que ser cinco, no siempre refiere experiencia, ni exageradas exquisiteces (por recordar al miserable colombiano que nos dejó), si no hombría y sacrifici
o.
Hasta el silencioso y paciente Monserrat, tuvo su chance, ratificando que la paciencia de los bueno
s tipos dan frutos, a la larga. Qué suerte que, entre esa irresponsable, aunque necesaria pero desprolija limpieza, el pibe se quedó de nuestro lado.
Ya el Rolfi ratificó que, entre lagunas, reproches y ausencias, la camiseta del rojo, les guste o les moleste a quien quiera, es parte de su/nuestra historia...y Córdoba, siempre le sentó bien.
Ya el Pocho salió exhausto y Pisano se dio el gusto de jugar hasta el final, al mismo ritmo que Fede Mancuello y el esforzado Gabi Vallés. Ya Zapata los corrió a todos y se bancó desprolijamente una parada complicada, por su pasado en Belgrano.
Qué más decir del Ruso Rodriguez, verdadero estandarte de este equipo y un capitán como pocos, presente siempre que se lo necesitó.
ODF no se achicó y le dio la chance a Adrián Fernández, para que sume opciones de gol. Entre todos, superaron las diez chances netas, pero la que rindió fue la motito del larguirucho Sebastián. Curiosidad o no, desde su homónimo, Pascualito Rambert, que no recordábamos un festejo con firma propía, aquel avioncito nos deleitó hace veinte años y ahora, el grandote arrastrando un manubrio imaginario nos devuelve una alegría banal, pero necesaria.
Atrás cerramos los picos de tanto malicioso. Una mano a favor no cobrada, un agarrón a nuestro número 9, el llanto de los jugadores de Instituto primero y de su técnico, Jiménez despuès, demuestra que la hidalguía no tiene nada que ver con ganar o perder. Es de hombre llorar, si no lo creen así los triunfalistas o hipócritas ganadores que sólo se muestran con viento a favor, sin hacerse cargo de los dolores. Dolores genuinos, pero que siempre sirven y ayudan a crecer y creer.
Queda un partido para demostrar que una cosa es una mancha y otra, las cicatrices. Pero eso, vendrá después del domingo. Por ahora, a gozar de la guapeza silenciosa, de logros que no ocupan minutos en noticieros, ni líneas en los diarios, pero que son enormes en el corazón de los que nos sabemos grandes, por historias, por golpes, por este durìsimo y largo presente, que ya tiene buen puerto.
Les guste o no a los detractores.