viernes, 30 de mayo de 2014

Bancarnos todo...y más

 Así como muchos sostienen que jugar en el Rojo, no es para cualquiera, sumando además estas instancias claves, Omar De Felippe, dixit, seamos sinceros y digamos que también ser hincha de Independiente exige un espíritu y un temple, a prueba de todo.
Hacer un resumen sobre el destrato o maltrato de los medios, los hinchas del fútbol en general, a esta altura sería aburrido y en nuestro caso, digamos que suma poco y nada.
Qué decir de las redes sociales, donde con idiotas útiles propios (twitter de Noray o Facebook  de Bebote, por dar ejemplos evidentes), como mal lechosos externos: periodistas que responden a intereses comerciales, o que se atan sólo al formato de las "obligaciones marketineras" para sostener a los devaluados grandes de la Argentina, adictos al morbo de pegarle a un club siempre odiado,ratifican que la camiseta del rojo "se tiene que transpirar afuera y adentro".
Entonces vemos como un informe de 6,7,8 intercala un fantasmita a propósito de nada, a sabiendas de Máximo K y Diego Gvirtz; o cómo La Nación con sus editores emblema, de claro corte racinguista, aunque el odio es inconmensurable. Hay lobbystas pinchas, resentidos de clubes del interior, bosteros que cargan con el karma de no ser reconocidos como Rey de Copas (si se quieren atribuir tamaña descripción, están obligados a hacerlo dando explicaciones), etc.
Durante poco más de un año, a nosotros nos tocó (bah, nos toca) seguir sufriendo. Entonces, nuestros méritos de aceptar ejemplarmente la derrota, de contar la situación del club con la medida justa de las cosas, a partir de un técnico que no vende humo, de respetar a rivales menores, sin ningunearlos (acaso el gran defecto del plantel, pero cumpliendo con la máxima del himno de Independiente cuando dice 'no tenemos avaricia'), de pagar los costos al suponer que podíamos acabar con las mafias del fútbol, de arreglarnos con los pibes, de ser olvidados o manoseados por la televisión (sin cobrar derechos y rotándonos a cualquier hora), con todo esto, seguimos vivos.
Por eso, a esta altura, valoremos la motito de Penco, los gestos y las gracias del Pocho, la mirada seria del Rolfi, la desfachatez de Pisano, los pedidos de Valles para subir siempre, la garra del resto, la madurez de Rodriguez y sobretodo, el silencioso aporte que desde cada lugar solitario, cada uno de nosotros, hinchas rojos, seguimos bancándonos todo y más.
Las falsas u oportunas amenazas en la escuela del club, los jodidos comentarios de los opinólogos que ven transa en un torneo donde, sin llorar, padecimos todo. Habría que ver cuántas veces echaron a don Omar, para ratificar la fortaleza de un plantel que, sin dudas calló o masticó su bronca, sin victimizarse.
Salud Rojo, salud a los hinchas, salud a los valientes, o sea, a todos nosotros que, lejos de la picardía, la cosa ventajera o canchera de aprovecharnos de los beneficios del poder (eso que muchos sugieren pero nunca pueden demostrar), seguimos solos, soñando con un regreso pronto, sin ruido, pero con muchas nueces. Felices del sueño cumplido.



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