jueves, 28 de noviembre de 2013

Un enemigo accidental para Grondona

Estoy casi convencido de la incomodidad que puede generar un tipo como Omar De Felippe al omnipresente y omnimpotente Julio. Sí, a secas, ya me aburrí de decirle Don. Es que el ex combatiente, tiene valores altos y se les nota. No porque nuestra desafortunada guerra lo haya vuelto inmaculado. Pero sucede que encarar Independiente sin palabras rimbombantes y con un Cantero sacudido, en estos días...te la regalo.
Es que el Nacional B, siempre te lleva a Devoto. Ya me cansé de escuchar a los de Campanas del Infierno, jactándose de no gritar los goles de esta divisional, puteando al presidente por su falta de mano dura, tras "habernos descendido", criticándolo todo por falta de tacto. Bue, haciendo leña del árbol caido pero sin una sola mención que remita al ferretero sarandinense. No sea cosa, de que algunos de los auspicios, por excesochupamediero, opte por dejar de aportar a la hora nocturna.
Yo creo, aunque los periodistas partidarios del Rojo se enojen, que el silencio de la gente dice más de lo que ellos creen. Todos sabemos que todos nos toman el pelo. La cana soltando y paseando a Bebote de vez en cuando con sus desventuras. A esta altura me hace acordar mucho al Raimundo de Hijitus, aunque queda claro que éste tiene poco o nada de pobre pibe rebelde.


Así nos imponen horarios delirantes, nos dicen y nos recuerdan, que se hicieron las cuentas mal. Las incorporaciones mal, que estuvo mal, de parte del extrapartidario, hacerse el superpibe. Que deben venir gente de gestión (bue, pero lo nombran a Moyano como si fuera dueño de la General Motors).
Con todo esto, nadie mejor que un laburante, un tipo de la generación de uno, que no se cree de ojos celestes, ni rubio, a pesar de las visibles canas y que se anima a dar pelea.
"Llegamos a Varela y un par de piedrazos al micro, le recordaron a los jugadores que ésto es el Nacional B", disparó don Omar (y aquí cabe el don, no por regatonero, si no por ser un señor) Y la verdad es que la triste realidad de que descenso se vincule con lo miserable del conurbano, duele. No quiero, ni queremos un país así.


Por esto insisto. Valoremos el silencio, la transición, el Milito que desconfía y esquiva el alto perfil, para señalar un camino. Aún cuando nos toque perder. Porque, como en el 82, aún con nuestras convicciones, sabemos que se necesitan demasiados atenuantes para transformar lo irrreversible. Acaso De Felippe, también tenga en claro, que nuestra batalla de la buena fe, vale encararla. Aunque el fútbol argentino y sus miserias, nos confirmen que ésta también está perdida.
Igual los pibes, ahí, agazapados siempre, Grondona sabelo, tienen revancha.


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