miércoles, 8 de julio de 2015

No es sobre el Rojo, pero sirve para aprender

El paraíso

 
Messi, bajo la mirada ajena.  Foto: @Domenechs
El periodista de TV grita y golpea la mesa con su puño. ¿Estará hablando del ejecutivo acusado de pagar sobornos para televisar la Copa América? No. Él, y otros igual de indignados, son fiscales de Leo Messi, el crack que llevó a la Argentina a dos finales en menos de un año. Lo acusan de no haberlas ganado. De no ser como Maradona, mito eterno. México 86 es el título inolvidable. Más que ese título, el único que logró en 27 años con la selección mayor de Argentina, Diego fue símbolo porque fue capitán en tiempos en que los clubes europeos se negaban a ceder a sus estrellas. México fue su Mundial perfecto. Alemania, es cierto, lo anuló en la final. Pero a los 83 minutos Diego tocó genial de primera al vacío para que Burruchaga anotara el 3-2. Messi, elegido mejor jugador en cuatro de los primeros cinco partidos de Argentina en la Copa América, tampoco se lucía en la final del sábado. Hasta que en el último minuto escapó a la triple marca, a los golpes, y fabricó el espacio para correr por fin hacia adelante. "El genio que frotó la lámpara en el momento justo", preparaban el título los noticieros. Pero faltó Burruchaga. Y el coro de fiscales descubre ahora que Messi, que sigue sin cantar el himno, no corre de un lado a otro, no se golpea el pecho, no insulta y ni siquiera llora. Messi nunca se declaró el dios del fútbol, tampoco se victimiza si las cosas no salen y, menos aún, se compara con los demás. Pero lo endiosamos, lo victimizamos o lo acusamos. Capitán indigno.
El coro de fiscales descubre ahora que Messi, que sigue sin cantar el himno, no corre de un lado a otro, no se golpea el pecho, no insulta y ni siquiera llora. Messi nunca se declaró el dios del fútbol, tampoco se victimiza si las cosas no salen y, menos aún, se compara con los demás
La Web reproduce al infinito al periodista furioso de la TV, al título "Messi cagón" de un importante diario español y a los agravios a la presidenta Michelle Bachelet de un relator argentino más anónimo. No importa quién. Importa que insulte. Da rating. En la TV los noticieros "enfrentan" a periodistas de opiniones opuestas para que griten Messi sí o Messi no. Analistas "serios" de la política y la economía afirman que su abuela habría disparado mejor el penal. Y "también están aquellos que -como dice el blog La Pelota que viaja- consumieron del bidón y quedaron drogados para siempre". Cercanos a Messi deslizaron en las últimas horas que, supuestamente, Leo está harto y evalúa "descansar" de la selección. Los fiscales deberían exigirle que juegue los partidos previos. Que lo necesitamos para llegar a la final. En la última temporada, Leo cargó muchas veces él solo con un Barcelona que ahora corre más y juega menos. En la selección, es cierto, todo le costó siempre más. En la adversidad, si no hay sociedad, Messi puede bloquearse. Hasta los tiros libres se le van afuera. Sí, es un crack imperfecto. Raro que, ya consciente de eso, Martino haya preparado el sábado un equipo que, primero, buscó anular al rival. Que cedió la iniciativa tan declamada. Cuentan que, tras la derrota, Leo no quiso retirar el premio de mejor jugador del torneo. Mascherano, al borde de las lágrimas, dijo que quizás el problema -no ganar- era él. Sí, Mascherano. Único doble oro olímpico en la historia del deporte argentino.
Somos tan buenos que, si estamos en la final, ganamos antes de jugarla. Porque "salir segundos -nos machacaron especialistas de TV durante alguna década ganada, o perdida- no sirve". "¡Es Chile!", grita otro periodista en la TV Pública. Chile, sí. Que lleva un siglo esperando un título. Que en 2014 bailó por momentos en su propia casa a la Alemania que luego fue campeón mundial en Brasil. Y que juega de local, con las ventajas históricas del anfitrión (la Argentina sabe de qué se trata). No es el Brasil 70, claro, pero Chile lleva años sabiendo a qué quiere jugar. La final no tuvo buen fútbol porque el "Pitbull" (Medel) le ganó a La Pulga. Pero Chile, si bien más controlado en ataque, fue más fiel a sí mismo. Buscó el centro del ring apenas comenzó el partido. Mal o bien, es lo que hace desde que asumió Sampaoli, tres años atrás. Había aprendido a hacerlo antes con Bielsa, el hombre que, dicen todos en Santiago, modificó la mentalidad del fútbol chileno. En la Argentina, en cambio, muchos lo consideran "un perdedor". Bielsa dijo alguna vez que admira la competitividad del jugador argentino. Pero no le gusta que esa mentalidad se deba más al "miedo a perder". Porque en la Argentina, afirma Bielsa, "es más importante haber humillado a otro que haber ganado". "¡Qué lástima -dice un psicoanalista cercano- que creamos que el desprecio será el estímulo para crecer". El colega Alejandro Wall ve al menos un "avance": antes, la pregunta era por qué Messi no rendía con la Argentina, ahora es por qué no rinde en finales. "¿Por qué Messi -ironiza el tuit de @refutador-no nos salva de nuestras vidas mediocres y nos lleva al paraíso que nos merecemos?".

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