martes, 2 de septiembre de 2014

No es llanto, es morbo

Y ahí está el Pollo Vignolo sacudiendo durante veinte minutos al árbitro en cuestión tras el clásico con Racing. Después, cuando su programa en Fox se extingue, por si las moscas, agradecerá a prensa de Independiente y a las chicas de la platea que lo trataron tan bien.
Así, de frívolos son todos los comentarios que refieren a la cobertura del club de Avellaneda. Siempre entre risas, siempre de paso, hablan del tiempo, de lo difícil que es llegar a la cancha, del cambio de bombita, de lo que sea.
Algo similar sucede con Bonadeo, con los periodistas deportivos de los noticieros (cuando nos dan bola), ni que hablar de Fútbol permitido, donde desde Alina a Branca se esmeran para quedar bien con el jefe mayor (que no es Cris, si no su hijo). Así como siguen los móviles al Patón Bauzá a propósito de nada (qué feo juegan esos muchachos ganadores de la Libertadores más devaluada de su historia), lo mismo sucede para referirse al ahora resucitado Boca (del miedito velezano cuando visita a los bosteros, ni noticias), del fútbol champagne del muñeco (a quién sacudieron en el primer partido) y la lista puede seguir. Hablan de los mellizos, de Palermo, de Allegre, de la audacia cordobesa. Del rojo, si no es por Moyano, no hay referencia.
Nadie del pasado domingo, se encargó de destacar los ocho pases de su segundo gol, de la abúlica defensa de Racing para defender. Ni siquiera se animaron a hacer un ping pong, porque con todas las críticas al árbitro, quedaba en evidencia que el club vecino no hizo tantos méritos para empatar y que en el juego mostró tan poco como nosotros.
Buscan internas, se mofan de nuestras camisetas (titulares o alternativas), pelan al Oso Arturo y esconden a Sacheri y a Pigna para hablar de fútbol con nombre y apellido: Club Atlético Independiente.
Gozan a los movileros que deben cubrir a nuestro equipo y lo dejan para el final cuando gana. Minimizan buenas jugadas o tiros libres y le dan letra a los técnicos para sumar alevosía.
Allá ellos, acá nosotros, con 23 clásicos de diferencia, 13 años invictos como local, etc, datos que seguro no van a exhibir.
Todos hablarán del codazo de Tula, pero nadie recordará cuando le rompieron el tabique nasal (sugerirán que se lo hizo solo, porque ocultan a los responsables), de la increible mano cobrada a favor de Racing no dirán nada y así, hasta el infinito. Y allá, al final del camino, donde el cielo deja lugar a las tinieblas, hay un diablo que sonríe porque el recorrido es largo y la luz, no es divinidad si no infierno. Allá los esperamos, en la travesía, tienen tiempo para repensar y aceptar que no todo es $$$, ni marketing, ni camas mediáticas, ni obediencia a jefes virtuales.
Hay un club, o mejor dicho dos, que representan a Avellaneda, para los medios, mejor dejar un clásico abocado a su terruño y no revalorizar otros tiempos, donde la ciudad era sinónimo de laburo, de inquietud intelectual, de compañerismo. Hay dos clubes, uno es Racing y no me gusta entrar en esa disyuntiva de negarlo a ningunearlo. Tampoco me gustaron los papelitos que más que sinónimo de celebración, me hacía acordar a sus años lalinescos donde la prepotencia de algún empresario de celulosa, podía más que la búsqueda de un juego noble. No me gusta que tiren papeles y no por pensar como Muñóz en el 78, si no simplemente porque pienso que ratifica el desprecio colectivo por lo palpable, por lo escrito, por los árboles (sí un delirio para un blog sobre el rojo).
Decía (y cierro) que en Avellaneda están nuestros vecinos y nosotros. Ojalá maduremos para que nos tomen en serio los comerciantes del fútbol. Ojalá Racing sea más que los caprichos gubernamentales y nosotros más que los antecedentes y el conteo histórico. Ojalá que, como en la primera fecha, discutamos sobre el juego y sobre proyectos. Por ahora, los llantos son ajenos y tiene mucho de opereta y nada de dolor.
¿Hijos nuestros? ¿nietos? y sí, es verdad, bánquense el folkore y no vuelvan a entregar puntos, eso es cosa de miserables y no tiene nada de sentido académico. Aprendan como nosotros a vencer a nuestros fantasmas y a recuperarnos


en el desprecio ajeno.

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