miércoles, 18 de septiembre de 2013

¿Hasta cuando? o del infinito a más acá

En la previa con Villa San Carlos, puede leerse o dejarse oír que "el técnico del equipo que todavía no ganó, prometió hacernos dos goles" o que "el rojo no jugó bien, pero consiguió un empate en su cancha", que "Independiente se enfrenta a sus fantasmas" (frase hecha que va a cumplir años x en los medios y que nadie intenta profundizar, o hacen siempre lo mismo)
A todo esto hay que descontar toodas las estadísticas de hombres probos de los medios para seguir talando nuestro árbol, (Fabbris, Fantinos o Paganis mediantes). Nadie destaca, por ejemplo, que en un día insoportable de lluvia y frío, un poronga barrabravista llamado Loquillo, quedó en offside a la hora de comprar sus entradas, estrategia para seguir desgastando al presente dirigencial rojo y buscando colarse en esta estrategia detractora y permanente que destruye desde adentro.
No se trata de ser optimista, pero sí separemos las aguas. De ganar hoy, dirán que "como era previsible, el rojo, con dificultades, se impuso al último", o ante un posible empate degustarán el consabido: "no encontró el rumbo ni con Villa San Carlos", y el ansiado "tampoco pudo...,etc, etc".
¿Para qué estamos? Es la pregunta. ¿Para yacer, permanecer, sobrevivir, perdurar? Si es por "todos los cuadros demás", la AFa, el Coprocede y todas las variables "poderosas" que rodean al fútbol, estamos para eso y no mucho más. Y la verdad es que necesitamos construir un discurso de hincha que sea más ambicioso, contenedor, que nos haga exigentes con el equipo, los dirigentes, pero también con nosotros mismos. Aprendamos, aprendamos mucho de lo que fuimos, pero también de lo que somos y de lo que aspiramos ser. El Bocha, no juega más, el Pato nos dejó (y aunque moleste, ya lo había hecho mucho antes de su muerte) el Tolo se fue y los grandes de la década del 70 guardan casi como un privilegio sagrado, un lugar dentro del club, para que los jóvenes y no tanto, los respeten como sabios mandarines.
Vayamos de a poco, aprendamos de la categoria que es como aprender de nuestras caídas. No las neguemos. Hagámonos fuertes, conscientes del dolor. Entendamos el juego, reclamos garra, espíritu y sobretodo, coherencia a nuestros 11 eventuales, pero no pidamos que el Rolfi o Pisano se disfracen de Kun o Messi. Sí reclamemos o celebremos las gambetas, los tiros al arco (no a las nubes o al voleo), el sacrificio más concreto que tribunero.
Recuperemos a los 9. No debe ser casual que nos haya llevado tantos años destacar alguno. A descubrirnos rojos, por esto de salir de las difíciles, una materia que los abuelos dieron con creces y que nosotros debemos preparar para aprobar de la mejor manera.

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